Ruta 35. El puente de los 10 ojos, 2 clavículas y 5 costillas
Una vez un amigo me enseñó la diferencia que había entre el coste y el valor. Mi amigo me contaba que el coste era el precio que se pagaba por una cosa, mientras que el valor además del precio contenía la cualidad y la importancia de esa cosa. -Imagínate, -me decía, - ¿cuál es el coste de una cocacola?, apenas nada, ahora dime, ¿cuál es el valor de la cocacola?, nadie creo podría cuantificarlo, ¿aprecias la diferencia?
A veces la vida por si sola nos pone interrogantes a los cuales es muy difícil darle la cara. El domingo tras la caída y mientras Antonio nos trasladaba al Hospital me torturaba una pregunta que se repetía una y otra vez ¿Es este el coste que hemos de pagar? La situación es muy delicada, ni Pepe ni yo podemos faltar de nuestros centros de trabajo, tanto él como yo debemos una presencia física la cual se nos antoja imprescindible sino vital. Esa es la realidad, no hay ni carátulas ni máscaras ni embozos que puedan disimular tal afirmación. Las cosas son como son y desnudarlas a veces ayuda a vislumbrar la realidad mas cierta. ¿Es este el coste que hemos de pagar?, me fustigaba. Había pensado este mes de tardes largas hacer novillos y escaparme de vez en cuando, por eso de quitarme el gusanillo, o coger a mi Pedro y llevármelo cuestas arriba, cuestas abajo viéndolo disfrutar estos pocos años que quedan antes de que irremediablemente la pubertad lo haga pasar de tó. ¿Es este el coste que hemos de pagar? Soñaba este verano caluroso con hacer mil reformas que con la crisis esta que nos abraza se me figuraban posibles Este año como tenemos tiempo… Podría enumerar mil cosas más y seguro que mi amigo Pepe otras mil. ¿Es este el coste que hemos de pagar?...
Ahora veo desolado a un amigo postrado en una impoluta cama hospitalaria, miro el espejo y veo como mis axilas ya comienzan a tener el color rojoviolaceo de los primeros envites de un artefacto que mantiene inmóviles mis clavículas. Y aun así, derrotado en lo más profundo, herido en el corazón y roto en el alma, observo una bicicleta empolvada, sucia, testigo esencial de todo lo acontecido y contemplo el valor que comporta, ese que percibo con vuestra presencia. Y aun sabiendo cual es el coste que hay que pagar, se también cual es la importancia que este deporte conlleva, su valor intrínseco. El recordarme que nunca supe lo que fue vivir hasta aquel preciso instante en el que no tuve miedo.
12 comentarios
pepe crespo -
Pedro, por supuesto que merece la pena el riesgo que corremos. Todos esto te hace crecer interiormente y darle importancia a las cosas que las tienen y pasar de tonterias que a diario se nos atonjan importantes.
Jose Luis (Flaco) -
Animo a Pepe y animo a Pedro.
PINA -
Domingo -
Antonio Matas -
Como el resto yo también pienso que merece la pena el precio que hay que pagar por lo que disfrutamos con este deporte y estos amigos, pero probablemente para mi sea muy fácil decirlo cuando el que está postrado en la cama del Hospital es Pepe y quién está puteado con el vendaje en ocho es Pedro. Me cuesta trabajo ponerme en su pellejo y pensar si merece la pena o no, aún así creo que sigo pensando que si merece la pena.
Pedro, la última frase que pones en la crónica creo que es genial y debe hacernos reflexionar a más de uno sobre algunos aspectos de la vida en general y de nuestro deporte en particular.
Un abrazo para todos y nos vemos esta noche en el Crespo.
mg -
mg -
estrella -
chiquibike -
P.D. y recordar nos vemos en los bares
A.ToroTEAM -
Fermín -
Robocop -